Ja, ja, me reí yo; pero en mi viaje a esta ciudad de Estados Unidos no he parado de acordarme de mi amigo y su comentario, porque allí todo es grande.
Éste sería el adjetivo que se podría aplicar a prácticamente todo: grandes avenidas, grandes edificios, grandes halls en los hoteles, grandes ascensores, grandes tiendas, grandes restaurantes, grandes museos, grandes raciones de comida, grandes distancias, grandes puentes, grandes vasos para beber, grandes postres, grandes parques, grandes coches, grandes paneles luminosos en la noche, grandes montones de cartones en las aceras junto a las tiendas cuando llega la tarde, grandes graffitis en barrios secundarios, grandes iglesias...todo grande, enorme, exagerado.
La ciudad de Nueva York se compone de cinco distritos: Manhattan, el Bronx, Queens, Brooklyn y Staten Island; tiene más de ocho millones de habitantes y una extensión de 780 kilómetros cuadrados. Lógicamente, con estos datos, un viaje de diez días sólo da para visitar más o menos (más menos que más) Manhattan, donde se concentra toda la actividad financiera y comercial de la ciudad, además de ser el distrito más turístico y visitado por ciudadanos de todo el mundo, al alojar la mayor parte de los edificios emblemáticos y lugares de interés que conocemos a través de los medios de comunicación, así como por sus singulares y pintorescos barrios.
El distrito de Manhattan ocupa una isla, la isla de Manhattan, conectada con los otros distritos mediante varios puentes y túneles, y está rodeada por dos ríos en su camino de encuentro con el océano, el East River y el Hudson River.
La isla mide unos 24 kilómetros de largo por cuatro de ancho, y a sus aproximadamente dos millones de residentes hay que añadir otros tantos que cada día desde los otros distritos y New Jersey entran y salen de la isla para trabajar, the commuters.
Después de estos diez días, si tuviera que explicar escuetamente, con pocas palabras, mi impresión de la ciudad, utilizaría las siguientes intentando resumir lo que me ha impactado de ella:
pluralidad cultural, diversidad étnica, rascacielos, arquitectura urbana, inmigración, diversidad lingüística, lengua hispana, capitalismo, sociedad de consumo, comida rápida, música y ritmo en los parques y plazas, grandes contrastes entre los diferentes barrios, arte importado, densidad de población, muchísima gente siempre en las calles, poca mentalidad medioambiental (lo digo por lo exagerado de las bajas temperaturas de los aires acondicionados en los espacios cerrados y por la infinidad de luces encendidas durante la noche, no sólo en los paneles de publicidad sino también en los edificios de oficinas, donde no parece que haya nadie trabajando, aunque sí, va a resultar que sí que están trabajando, mientras otros estamos de vacaciones) , limpieza en las calles, tráfico incesante, vida intensa en los parques urbanos, restaurantes y otros edificios que no cierran nunca, siempre mucha gente trabajando en cualquier parte, contínuos turnos de trabajo.
Si pienso en adjetivos, etiquetaría la ciudad de: viva, activa, multirracial, multicultural, excitante, estresante, dinámica, agotadora, incesante, estimulante, intensa, vitalista, ajetreada, integradora, amable, impactante, descomunal, colosal, heterogénea, moderna...de contrastes...en definitiva, UNA CIUDAD QUE NO DUERME.
Sin todo ello, sin su actividad, sin sus luces en la noche y sin su diversidad, no sería la misma, no sería NEW YORK.
Dejo aquí un video con rincones y recuerdos de nuestro viaje.